martes, 8 de noviembre de 2011

La ciudad blanca...



Arequipa guarda muchas cosas buenas y malas a la vez. Un poco de arrogancia y belleza escénica matizan la ciudad y las persona.

El primer contacto con el ser arequipeño lo tuve en la gran plaza sin armas, tres muchachos, me confunden por turista chileno y me invitan a tomar pisco observando el recorrer de las horas. Las conversaciones giran entre el significado de ciudad, las bondades de la comida lugareña y las obras monumentales que dejaron los “conquistadores”. Sin menguar las horas, somos conquistados por el pisco y su encanto grandilocuente, minutos más, minutos menos, una patrulla nos impone el Manual de Carreño, con su urbanidad y buenas costumbres… invitándonos a desalojar nuestra conquista y su encanto.

- -

Los Apus que protegen a la ciudad son un cono de volcanes matizados como nevados, entre ellos resaltan el poderío del Misti, la sombría apariencia del Chachani, y el resguardado Pichu Pichu.

Lo malo de los viajes cortos es que uno está supeditado a unos cuantos malditos días, pero bueno, todo viajero de mochila “holgada” sabrá sacarle partida a lo que tiene. Un día en la ciudad y otros dos camino al Valle del Colca me hace comprender que la "blanca ciudad" al igual que otras grandes ciudades del Perú, dinamita la pobreza con grandilocuentes discursos de grandeza, o pomposas construcciones…

Víctor Hugo es guía hace 6 años, tiene una hija con la que sueña estudiara en Argentina, donde vive su madre hace ya unos cuantos años. Después de de tomar unas cervezas y barnizar la conversa con el caso del joven perdido hace más de 200 días, alguien perturba el coloquio para decir, -¡Hoy se casa el Juancito!, ¿vamos? -Ellos me miran y yo también… […] me cuentan que las celebraciones de los matrimonios en Cachora son de 4 días, pues yo aprovecharé el primer día les digo sonriente.

La salida para el Cañón del Colca es de madrugada, 7:30am, discúlpenme estimados lectores pero a esa hora, después del bacanal matrimonio de horas atrás, cualquier hora que no sobrepase las cuatro de la tarde es un sacrificio sobrehumano; pero, (porque siempre hay un “pero” en esta vida…) nuestra mochila alberga las ansias por conocer nuevos lugares, así que esta vez ratifico aquella frase “que la mente puede más que el cuerpo”… y la resaca.

El Valle está ubicado en la provincia de Caylloma. Colca, proviene de las palabras Collaguas y Cabanas, dos etnias que habitan a lo largo del río Colca -orgulloso Víctor Hugo, infla el pecho diciendo que desciende de los Collaguas, y que cualquier turista estaría orgullosa de llevarse un peruano de pura cepa, mirando con cierta lascivia a la morena de cabello castaño que atina a sonreír.

El atractivo del Valle, es el Cañón del Colca, y de este, el imperial cóndor que despliega con cierta parsimonia y elegancia sus alas, al rondar por decenas de cabezas de seres provistos de cámaras y filmadoras. El kuntur (palabra quechua para denominar a ingente ave) puede medir hasta 1.40m de altura y de 2 a 3.5m. la envergadura alar (distancia entre las puntas de las alas, cuando están extendidas). Existen otros atractivos que visitar en el recorrido, pequeñas ruinas rocosas, aguas termales que brotan del subsuelo, geisers, una vista sorprendente y una tranquilidad que hace pensar en la vida misma.

Nuevamente en la ciudad; aquella amotinada de trafico, vendedores, policías con silbatos y sombreros, pantagrueles iglesias, monasterios, catedrales y conventos... sería un grave error no darse una vuelta aunque sea por uno de aquellos... El Monasterio de Santa Catalina de Siena (1579), alberga no solo vestigios de una época sumamente religiosa y católica, sino la misma discriminación, la influencia de poderes y el sacrificio por alcanzar el “perdón y la salvación”. La señorita que nos guía por aquella ciudadela construida de sillar (piedra porosa de lava volcánica) y revestida de un color rojizo, indica que las novicias ingresaban de muy corta edad y que las primogénitas eran las que tenían aquel privilegio, -claro luego de pagar algunos cientos de monedas de oro por su ingreso-

Mi última tarde fue funesta al querer ubicar aquella casa que albergo la infancia del célebre Jorge Mario Pedro, popularmente conocido como “Varguitas”, así como también la casa del legendario poeta y revolucionario Melgar... ahora mientras alisto la mochila, rumeo un próximo regreso y suena en mi mente aquel poema del maestro Mariano… “Oda a la libertad”

- -

2 comentarios:

Déjanos tus ... criticas, bromas, enlaces, fotos, anécdotas, recuerdos... tu vida: