martes, 17 de julio de 2012

Un poco más cerca del cielo...


El viaje desde Lima a Tarapoto, dura aproximadamente 45min. (Claro, en avión todo es más rápido); allí conocí a María, empresaria gastronómica de la localidad Tarapotina, ella me adelanto algunas cosas que debo de conocer si o si, me habla sobre el pueblo donde vivió de niña, Sauce, y de su laguna, la Laguna Azul, le pregunto ingenuamente porqué del nombre; ella sonríe y atina a decir, “tienes que ir y verla di”, -sonrío, por mi pregunta y por aquella entonación melodiosa que tienen sus palabras, característico de las personas de la selva peruana.


Llegar al aeropuerto de Tarapoto es realmente una experiencia, en la salido solo hay "moto-taxis" una especie de bus de tres ruedas, adaptadas para el terreno y calor de la selva, lo gracioso es comparara esto con los servicios de transporte de las grandes ciudades... para meditar en el trafico, la contaminación sonora, ambiental y lo divertido que podría resultar recorrer la ciudad en un bólido mimetizado a la selva. 


El día es sofocante, el calor bordea los 37º C; acabo de cruzar el rio Huallaga en una especie de plataforma de madera empotrada a tres botes con motor (los locales llaman a esto balsa cautiva). Mi ruta para este viaje es llegar a el distrito del El Sauce, ubicado en el departamento de San Martin, que geográficamente hablando está en la parte nor-oriental del Perú, colindante con departamentos como Loreto, Amazonas y La Libertad. Llegar allí desde Tarapoto toma aproximadamente una hora de viaje, repartidos entre un viaje por carretera, río y trocha (camino sin asfalto).


Cruzar el río es solo uno de los obstáculos que hay que vencer para ser acreedores de la magnificencia que menciono María. En los días que me quede en Tarapoto pude conocer a Lucy, ella me recomendó contactar a Efraín García en Sauce. Ahora recuerdo lo que me dijo Lucy antes de salir, “Efraín, es todo un personaje” y francamente lo es. Tiene una familia numerosa y un libro con muchos nombres de hijos viajeros que adoptaron. Shidu (el abreviativo de Siduith) su esposa, me hace recordar a mi madre por la contundencia y el sabor de su cocina.

Ayer comimos tilapia (que es una especie de trucha o pescado de rio muy sabroso), hoy Juane. Mañana iremos a pescar con Adolf y Jhonn, es gracioso escuchar sus segundos nombres; uno fue un disparatado dictador y el otro un solmene presidente asesinado. Son bueno muchachos – dice Sidu, madre de Wiston, Jhonn, Adolf y Camila, de apenas algunos meses de nacida.

Familia García. De derecha a izquierda, Jhonn Kennedy, Efraín García, Shiduit, Adolf  Hitler.
Camila García
La ciencia de la Laguna, radica en que a lo lejos se observa el azul del cielo reflejado en aquella gran masa de agua estancada entre montañas verdes y bordeadas por ingentes palmeras, una especie de espejo cautivo. Su belleza es realmente única, los atardeceres son un aliento de vida que hace pensar que por más que uno tenga preocupaciones… la naturaleza esta allí, para ayudarte a reflexionar con su grandeza y ver las cosas de otro forma. 


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Tarapoto-2010

jueves, 12 de julio de 2012

Choclo con queso



A Lettizia la conocí saliendo en el camino, saliendo de una colorida agencia de turismo local. Luego de haber esperado, conversado y hasta renegado por la demora en la salida, me dice con una sonrisa que bordea sus pequeñas orejas rosadas sombreadas por aquel cabello castaño oscuro, lo lindo que es Perú. Lástima que aun no salimos, pienso, sonriendo en la conversación.

      Es la tercera vez que estoy en Perú, la primera en Huaraz, cada vez hay más cosas por conocer, afirma animada (aunque aún no ha llegado el bus que nos recogería a primera hora al grupo de belgas que se acaban de ir algo molestos a reclamar, a la argentina de orejas bonitas y a mí)

Ella gira y saca de un pequeño moral una mazorca en bolsa para luego entre mordidas secretas y confortantes, decirme: “es buenísimo, es lo que me encanta de acá…el choclo con queso”

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Huaraz – 2009
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viernes, 6 de julio de 2012

Extracto... Un verano en Chincha


A veces llegaba Marie y el despertar era una mezcla de blues & twist, ella abría las ventanas y él se vestía bailando mientras el sol entraba a la habitación y ella se iba a la cocina a preparar una limonada fronzen para que se le pase la resaca. 

El Volkswagen los esperaba abajo con ganas de salir a ganar la carretera hasta una de esas playas en donde no había nadie más que ellos dos y un par de latas de cervezas, You shock me all night long sonaba en Doble 9. Mientras él jugaba con su cabello ambarino, se besaban bajo un aullido de gaviotas y sol que se escondía entre la neblina del otoño. A veces llegaba Marie y hacíamos el amor toda la mañana (Es cierto que haremos el amor y lo haremos como me gusta a mí: todo un día de persianas cerradas hasta que tu cuerpo reemplace al sol.) o mirábamos pelas en DVD, una de Atom Egoyan, quizás una de Agnès Varda, quizás mirábamos videoclips de grupos de rock unplugged como estaba de moda, Cobain acariciaba con tristeza su guitarra poco antes de suicidarse, y yo sacaba mi vieja Falcon y lo imitaba y luego de bañarnos nos íbamos caminando a almorzar un ceviche con inca cola y cerveza cusqueña, unos choritos a la chalaca para la mala noche, regresábamos contentos y pedíamos medio litro de helado en el parque donde las niñas se escapaban del colegio y doblaban sus faldas a cuadritos sobre el césped y algunos niños se escapaban de la vigilancia de sus nanas para espiarlas y para perderse un rato y yo sacaba una novela de mi bolso y leía en voz alta cuantos cortos, algunos poemas, pequeñas citas. Cuando eran días así el cabello de Marie se adormecía en mi pecho y el amor estaba allá arriba, todo el tiempo el amor dando vueltas allá arriba.

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Franco Salcedo del Rio