lunes, 28 de noviembre de 2011

Entusiasmo


Laguna Azul, Tarapoto
Efraín García García. - El maestro Efraín, como yo le decía. Siempre con la sonrisa dibujada en su rostro marrón, siempre con aquel par de aguajeritos de carcajadas acumuladas en las mejillas, siempre con la pala en mano y la otra que rasca la cabeza, siempre acompañado del canino Bigotes.

Tomo algunas notas en el cuaderno mientras converso con el maestro. No recuerdo qué, pero ha dicho algo que me hace recordar una conversación entre un amigo y un ambulante en Huaraz. Sonrío y una carcajada ventila la conversación, creo que Efraín también ríe, reímos juntos. 

Bigotes duerme y se rasca la oreja cuando no está acompañando a Efraín, o cuando no está correteando a las gallinas de la vecina.

Ayer comí tilapia, hoy Juane. Mañana iremos a pescar con Adolf y Jhonn, es gracioso escuchar sus segundos nombres; uno fue un disparatado dictador y el otro un solmene presidente asesinado. Son bueno muchachos – dice Siduith, madre de Wiston, Jhonn, Adolf y Camila. Camila es la última, verla me recuerda a una amiga, que aunque nos conocimos muy poco, esporádicamente viene a mis pensamientos.


Camino con Jhonn, cruzando por aquel parque que solo queda imaginármelo.
[...] Pusieron esa piedra hace dos años, el alcalde y todo el pueblo vinieron a ver como se ponía la primera piedra para el parque, muy pronto habrán juegos y columpios – dice algo entusiasmado Jhon Kennedy. Heredero de un gran nombre y una gran mentira.

Me retraso un poco en la conversación y en el paso, para tomar algunas fotografías a él, a aquella luna que brilla como un faro fundido en el firmamento, y a esta emblemática piedra incrustada, que tal vez... si Dios quiere e ilumina a estas flamantes autoridades, podrá convertirse en un verdadero parque, como lo dice Jhonn con mucho entusiasmo.


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El Sauce
Tarapoto - 2010
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jueves, 17 de noviembre de 2011

Caminos

“Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre el mar”

… así empieza el verso del maestro Machado, su obra perenniza los caminos de cualquier viajero. Yo solo leo una y otra vez aquel inicio, tomando pequeños segundos para meditar y dar un fuerte respiro que viene acompañado con empuñar mi maltrecha mochila y llevar a la vida aquellas letras no muertas.

Es julio, el octavo día del mes. Lucho y Alex regresan de hacer su propio paso por los caminos olvidados del Apu Ausangate, llegando a una altura máxima de 5200msnm, en el paso Palomani. Una conversación y unas cervezas hacen nacer la idea del Nevado de Salcantay, pasar del nevado a la selva y de ahí coronar el viaje con la montaña Machupicchu.

Hemos salido hoy, y nuestro andar nos ha llevado a Mollepata (ruta particionada del afamado Camino Inca). El cansancio y la fría noche nos lleva a preguntar frenéticamente por alojamiento u hospedaje barato, dicen que una cosa siempre lleva a otra y el cansancio nos lleva a tener argumentos insanos de comida caliente y mate de coca.
Un señor pintando una bodega, preguntas, saludos y bendiciones de la ruta son todo lo que esta noche nos ha concedido.

Julio, Cusqueño de 28 años, con tres hijas, y una señora que se encargará en unas semanas del negocio que le ha llevado un par de meses sacar adelante con algunos ahorros. Julio nos llama “papa” y nos invita a pasar a su “bodega-restaurante y casa”. En las mesas que adornan la bodega-restaurante hay dibujos a lápiz de incas y un mapa que indica la ruta a seguir para bordear el Apu (la denominación “Apu” significa deidad. Nuestros antepasados Incaicos y actuales hermanos de cierra siguen considerando a las montañas deidades que proporcionan seguridad, grandeza, recursos y hasta fertilidad). Julio nos ofrece piso para tender las bolsas de dormir y descansar esta noche y café caliente para aclarar las penas del alma y el cansancio. Sus niñas descansan en un mueble algo pequeño para su tamaño, él besa sus frentes y acaricia sus cabellos, para luego hacer un sitio donde sentarnos, prende el televisor y sintoniza el futbol (Perú vs. México). Su cordialidad no tiene fronteras, el nos pregunta si somos de Brasil o del vecino país cafetero, no sé porque lo pregunta pero solo atinamos a contestar con una negativa, yo rio en un silencio confuso… (pues esta no es la primera vez que hermanos peruanos confunden mi proceder)
[…] - Un limeño y un Chinchano repite Julio, moviendo la cabeza, luego de algunos minutos de conversa.


martes, 8 de noviembre de 2011

La ciudad blanca...



Arequipa guarda muchas cosas buenas y malas a la vez. Un poco de arrogancia y belleza escénica matizan la ciudad y las persona.

El primer contacto con el ser arequipeño lo tuve en la gran plaza sin armas, tres muchachos, me confunden por turista chileno y me invitan a tomar pisco observando el recorrer de las horas. Las conversaciones giran entre el significado de ciudad, las bondades de la comida lugareña y las obras monumentales que dejaron los “conquistadores”. Sin menguar las horas, somos conquistados por el pisco y su encanto grandilocuente, minutos más, minutos menos, una patrulla nos impone el Manual de Carreño, con su urbanidad y buenas costumbres… invitándonos a desalojar nuestra conquista y su encanto.

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Los Apus que protegen a la ciudad son un cono de volcanes matizados como nevados, entre ellos resaltan el poderío del Misti, la sombría apariencia del Chachani, y el resguardado Pichu Pichu.

Lo malo de los viajes cortos es que uno está supeditado a unos cuantos malditos días, pero bueno, todo viajero de mochila “holgada” sabrá sacarle partida a lo que tiene. Un día en la ciudad y otros dos camino al Valle del Colca me hace comprender que la "blanca ciudad" al igual que otras grandes ciudades del Perú, dinamita la pobreza con grandilocuentes discursos de grandeza, o pomposas construcciones…

Víctor Hugo es guía hace 6 años, tiene una hija con la que sueña estudiara en Argentina, donde vive su madre hace ya unos cuantos años. Después de de tomar unas cervezas y barnizar la conversa con el caso del joven perdido hace más de 200 días, alguien perturba el coloquio para decir, -¡Hoy se casa el Juancito!, ¿vamos? -Ellos me miran y yo también… […] me cuentan que las celebraciones de los matrimonios en Cachora son de 4 días, pues yo aprovecharé el primer día les digo sonriente.

La salida para el Cañón del Colca es de madrugada, 7:30am, discúlpenme estimados lectores pero a esa hora, después del bacanal matrimonio de horas atrás, cualquier hora que no sobrepase las cuatro de la tarde es un sacrificio sobrehumano; pero, (porque siempre hay un “pero” en esta vida…) nuestra mochila alberga las ansias por conocer nuevos lugares, así que esta vez ratifico aquella frase “que la mente puede más que el cuerpo”… y la resaca.

El Valle está ubicado en la provincia de Caylloma. Colca, proviene de las palabras Collaguas y Cabanas, dos etnias que habitan a lo largo del río Colca -orgulloso Víctor Hugo, infla el pecho diciendo que desciende de los Collaguas, y que cualquier turista estaría orgullosa de llevarse un peruano de pura cepa, mirando con cierta lascivia a la morena de cabello castaño que atina a sonreír.

El atractivo del Valle, es el Cañón del Colca, y de este, el imperial cóndor que despliega con cierta parsimonia y elegancia sus alas, al rondar por decenas de cabezas de seres provistos de cámaras y filmadoras. El kuntur (palabra quechua para denominar a ingente ave) puede medir hasta 1.40m de altura y de 2 a 3.5m. la envergadura alar (distancia entre las puntas de las alas, cuando están extendidas). Existen otros atractivos que visitar en el recorrido, pequeñas ruinas rocosas, aguas termales que brotan del subsuelo, geisers, una vista sorprendente y una tranquilidad que hace pensar en la vida misma.

Nuevamente en la ciudad; aquella amotinada de trafico, vendedores, policías con silbatos y sombreros, pantagrueles iglesias, monasterios, catedrales y conventos... sería un grave error no darse una vuelta aunque sea por uno de aquellos... El Monasterio de Santa Catalina de Siena (1579), alberga no solo vestigios de una época sumamente religiosa y católica, sino la misma discriminación, la influencia de poderes y el sacrificio por alcanzar el “perdón y la salvación”. La señorita que nos guía por aquella ciudadela construida de sillar (piedra porosa de lava volcánica) y revestida de un color rojizo, indica que las novicias ingresaban de muy corta edad y que las primogénitas eran las que tenían aquel privilegio, -claro luego de pagar algunos cientos de monedas de oro por su ingreso-

Mi última tarde fue funesta al querer ubicar aquella casa que albergo la infancia del célebre Jorge Mario Pedro, popularmente conocido como “Varguitas”, así como también la casa del legendario poeta y revolucionario Melgar... ahora mientras alisto la mochila, rumeo un próximo regreso y suena en mi mente aquel poema del maestro Mariano… “Oda a la libertad”

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